JENDE ZINTZOAREN JAIA OSPATZEN DUGU GAUR
Celebramos fiesta grande porque nos damos cuenta de que la presencia de Dios en nuestro mundo no se produce a través de apariciones ni de milagros extraños sino de su amor que se trasluce en el corazón de tantos hombres y mujeres, de cerca y lejos de nosotros, de nuestra lengua y de nuestro pueblo y de otras lenguas y pueblos lejanos. De nuestra comunidad y de fuera de nuestra comunidad. Porque el Espíritu de Dios no conoce las fronteras que nosotros establecemos con tanta facilidad.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»
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